miércoles, 8 de enero de 2014

Los métodos de entrenamiento.

Los métodos de entrenamiento se basan en principios establecidos. Algunos vienen determinados por las investigaciones fisiológicas. Otros provienen de experiencias personales de los corredores y de los entrenadores. Cada corredor «toma prestadas» orientaciones de esta, o de aquella, persona, y los somete al procedimiento de ensayo y error. El resultado es aplicaciones distintas del mismo conocimiento
básico. Es mucho lo que debemos a aquellos entrenadores, corredores y científicos pioneros que prestaron su contribución al banco de recursos del que nos beneficiamos hoy. Otros libros u otros entrenadores puede que te digan que te entrenes de forma distinta, y no están en lo cierto ni están equivocados. Simplemente, han interpretado los principios básicos de entrenamiento de otra manera.
Fuente:Glover.

la simplicidad ..



"A base de experiencias se pueden ir supliendo las carencias y diferencias en lo que respecta a la capacidad física. Lo divertido e interesante es precisamente lo que se va aprendiendo con la experiencia".

"Y a veces (si toda va bien), podemos aprender que lo que de veras da calidad a la vida no se encuentra en cosas fijas e inmóviles, como los resultados, las cifras o las clasificaciones, sino que se halla, inestable, en nuestros propios actos. Lo más importante para nosotros es, en la mayoría de los casos, algo que no puede verse con los ojos (aunque sí sentirse con el corazón)".
"Y a menudo las cosas verdaderamente valiosas son aquellas que sólo se consiguen mediante tareas y actividades de escasa utilidad. Tal vez sean tareas y actividades vanas, pero jamás estúpidas. Eso pienso yo. Pienso así tanto por mi sentir, como por mi experiencia".




Haruki Murakami, "De qué hablo cuando hablo de correr".

La Competicion y Tu.



En la personalidad de cada cual existe un lado competitivo, tanto si somos conscientes de ello como si no, y tanto si lo admitimos como si no.




La competición nos rodea. Competimos para conseguir nota en la escuela, competimos en los negocios y competimos para conseguir el favor de nuestro chico o de nuestra chica. Hemos de competir para atraer la atención de nuestros amigos, de nuestra familia, y –en mi caso– de mis perros. Algunas personas hablan mal de la competición. Pero es lo que hace funcionar el mundo. Sin ella, la vida sería un monopolio y una monotonía.

Con ella hay desafíos y resulta emocionante. El estrés de la competición puede mejorar o deteriorar el rendimiento en el trabajo, la escuela o el deporte. La competición puede ser agradable y reconfortante, pero

también frustrante y contraproducente.




Muchos corredores comienzan a correr no pensando en competir, pero el impulso de competir contra uno mismo y contra otros acaba presentando un desafío que muchos abrazan. Se convierte en un objetivo de por sí, una razón para seguir corriendo, un medio para poner a prueba nuestros límites físicos y mentales.

Como muchos corredores, tengo una relación de amor-odio con las carreras. Me gusta entrenarme para las carreras. Pero a medida que se acerca el día de la carrera me pregunto: «¿Por qué hago esto?». Al fin y al cabo, le estoy pidiendo a mi mente que empuje mi cuerpo que está envejeciendo hasta el límite. Cuando comienza la carrera una nueva oleada de seguridad bombea mi sangre y me empuja hacia delante. ¿Cómo me siento durante una carrera? La odio. Quiero abandonar una y otra vez. Pero al mismo tiempo me gusta, y sigo adelante. El desafío de derrotar la fatiga, de luchar contra los demás corredores y de poner en acción todo mi potencial me mantiene en marcha. Cuando acabo, contemplo las molestias que he experimentado como si hubieran sido muy breves.

En lugar de pensar en lo que me ha costado, gozo con la sensación de haber alcanzado mi objetivo. Estoy motivado, inspirado para correr en otra carrera a fin de superarme.

En las carreras padecemos juntos nuestros apuros individuales. Todos nosotros, tú y yo, el ganador y el último en llegar a la meta. Nos ponemos a prueba contra nosotros mismos y contra los elementos y, si lo deseamos, unos contra otros. Correr en competiciones resulta emocionante.

Corremos al límite, desafiamos nuestras limitaciones. Podemos ver cuánto tiempo podemos estar corriendo o qué velocidad podemos alcanzar. Aprovechar una oportunidad para ganar o para fracasar es una experiencia que acelera el corazón e intoxica la mente.

Participar en competiciones da un objetivo a nuestra dedicación a correr. Marca con un círculo la fecha de la carrera en tu calendario y entrénate para dicho día. Pensar en la próxima carrera te motiva para salir por la puerta y proseguir con tu entrenamiento.

La competición sirve para medir tu progreso. Te fijas un objetivo y lo alcanzas.

A medida que las distancias en los tiempos de las carreras van mejorando, te sientes orgulloso de ello, listo para fijarte nuevos desafíos por lo que se refiere a correr, y en el resto de tu vida.

Correr en competición no es tan sólo trabajo duro y dolor. También es divertido.

Las carreras son grandes encuentros sociales, una fiesta con pantalón corto para correr. Por cada corredor que gruñe y gime, que sopla de mal humor en medio de un esfuerzo máximo para conseguir un trofeo, hay cientos detrás de él o de ella que van charlando con los amigos o con gente totalmente desconocida, sonriendo todo el tiempo desde el principio hasta el fin de la carrera. Naturalmente, si lo que queremos es correr con nuestro mejor tiempo posible, no hables hasta haber cruzado la línea de meta. Para muchos corredores, la mejor parte no es la carrera en sí, sino la oportunidad de relajarse y de socializar con personas similares después. En la mayoría de encuentros se facilitan refrescos, y un área en la que reunirse para que los corredores puedan gozar de su gloria, fanfarronear y quejarse, intercambiar excusas (demasiado calor, demasiado montañoso, haber comenzado con una velocidad excesiva, haber comenzado con demasiada lentitud…), comparar las ampollas que le han salido a unos con las que le han salido a otros, buscar a viejos amigos, hacer nuevos amigos, o incluso examinar a una corredora de bonitas piernas que nos rebasó cuando faltaba un kilómetro y medio para acabar. Es esta atmósfera de logro compartido lo que a menudo hace que los corredores sigan corriendo.

En las carreras de tipo medio, hay cientos, quizá miles de corredores, pero sólo un puñado de atletas de elite. La mayoría de los corredores son gente normal, que luchan no contra los líderes sino contra ellos mismos. Siguiendo tu ritmo tendrás compañía en abundancia. Y recuerda esto: el primer y más importante objetivo de todos los corredores en una carrera, desde los que van delante hasta los que van detrás del pelotón, es la línea de meta.

Todos tenemos este vínculo común.




Fuente: Glover.