viernes, 20 de febrero de 2015

El sí mismo y sus empeños

Psicologia y Running. parte 1

 

 


¿Cómo ha estado usted últimamente? Al pensar en el último mes, ¿cuántos días han sido felices? En la escuela o en su trabajo, ¿qué tan vivaz y satisfecho se ha sentido? ¿Cómo van sus relaciones? ¿Le están proporcionando experiencias que lo dejan energizado y pleno, o lo han dejado indiferente o frustrado?

¿Cómo andan sus finanzas personales? ¿Cómo se encuentra su salud?

En vista de estas preguntas, considere si coincide o no con las siguientes afirmaciones:

1. Muchas de mis cualidades personales me incomodan lo suficiente como para desear cambiarlas.
2. Me siento aislado y frustrado en mis relaciones interpersonales.
3. Al tomar decisiones importantes, dependo del juicio de los demás.
4. A menudo soy incapaz de cambiar o mejorar mis circunstancias.
5. Mi vida carece de significado.
6. Tengo una sensación de estancamiento personal que con frecuencia me deja aburrido.

Estas seis afirmaciones representan las facetas del bienestar psicológico.

Son, en orden:

 1) Autoaceptación (evaluaciones positivas acerca de uno mismo);

2) Relaciones interpersonales positivas (relaciones cercanas y cálidas con otros);

3) Autonomía (autodeterminación);

4) dominio ambiental (una sensación de efectancia en el dominio de circunstancias y desafíos);

 5) Empeño en la vida (una sensación de significado que provea a la vida propia de dirección y empeño);

6) crecimiento personal (albergar una trayectoria de desarrollo caracterizada por la mejoría y el crecimiento)

 Su respuesta en cada una de estas dimensiones refleja un contorno definido de funcionamiento propio y bienestar psicológico. Estar bien en términos psicológicos es poseer autoconcepto, relaciones positivas, autonomía, dominio, empeño y una trayectoria de crecimiento.
La búsqueda de estas cualidades es competencia del sí mismo y sus respuestas a estas preguntas
revelan qué tan bien o mal está éste haciendo su trabajo.

El sí mismo


En un análisis motivacional del sí mismo y sus empeños,
 hay cuatro problemas que se destacan:

1) definir o crear el sí mismo,

2) relacionar al sí mismo con la sociedad,

3) descubrir y desarrollar el potencial personal y

4) administrar o regular al sí mismo.

En la búsqueda por definir o crear al sí mismo, nos preguntamos quiénes somos, cómo nos ven los
demás, qué tan parecidos o diferentes somos de los otros y si nos podemos convertir en las personas
que queremos ser. En la búsqueda por relacionar al sí mismo con la sociedad, contemplamos cómo
nos queremos relacionar con los demás, el sitio que deseamos ocupar en el mundo social y qué papeles sociales están (o no están) disponibles para nosotros. En nuestro empeño por descubrir y desarrollar al sí mismo, exploramos lo que nos interesa o no, internalizamos los valores de aquellos a quienes respetamos, nos esforzamos por crear significados, buscamos descubrir y desarrollar nuestros talentos y dedicamos nuestro tiempo a desarrollar algunas habilidades y relaciones en lugar de otras.

En la búsqueda por regular al sí mismo, reflexionamos acerca de nuestras capacidades, monitoreamos qué tan bien estamos alcanzando nuestras metas y hacemos los ajustes necesarios, relacionados con el sí mismo, a fin de alcanzar un autofuncionamiento mejorado.


Definir o crear el sí mismo muestra la manera en que el autoconcepto motiva y dirige la conducta.

Algunos aspectos de la autodefinición sencillamente se nos atribuyen (p. ej., género); sin embargo, otros aspectos deben obtenerse por medio de logros y actos de elección (p. ej., carrera, amigos, valores).

Esta responsabilidad convierte nuestra búsqueda vitalicia por definir y crear el sí mismo en una lucha motivacional.
Relacionar el sí mismo con la sociedad muestra la manera en que la identidad motiva y dirige la conducta.
En cierto sentido, la sociedad es rígida en cuanto a los papeles que promueve o, incluso, permite que el individuo los persiga.

No obstante, la sociedad es flexible en otros sentidos. Le da al individuo cierta opción e, incluso, cierta responsabilidad en la determinación de su relación con los demás (p. ej., pareja) y con la sociedad (p. ej., ocupación).
Estos actos de elección e internalización de la responsabilidad convierten el esfuerzo de relacionar al sí mismo con la sociedad en una lucha motivacional.
Descubrir y desarrollar el potencial del sí mismo también es una lucha motivacional que lo muestra como agente. Ser agente significa que el sí mismo tiene el poder y la intención de actuar; revela la motivación inherente dentro del sí mismo. Por ende, el ser agente comunica una fuerza motivacional natural que se origina en el interior de la persona más que a partir de su entorno o cultura.

Esta sensación creciente de ser un agente causal convierte al potencial del sí mismo en una lucha motivacional.
Manejar o regular al sí mismo muestra la manera en que la autorregulación hace más probable un funcionamiento competente. En lugar de actuar en forma impulsiva, el sí mismo puede evaluar sus recursos, monitorear sus metas, evaluar el progreso hacia las mismas y hacer los ajustes necesarios para permitir un funcionamiento más competente. Al hacerlo, es frecuente que el sí mismo encuentre que es útil observar y emular la manera en que otros sí mismos funcionan adecuadamente. Regular las metas y funcionamiento continuo propios convierte a la autorregulación en una lucha motivacional.

fuente:

Swann, W. B., Jr. (1987). Identity negotiation: Where two roads
meet. Journal


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