jueves, 26 de febrero de 2015

Autodeterminación

 

 


Al decidir qué hacer, queremos tener opciones y flexibilidad en la toma de decisiones. Queremos ser quienes deciden qué hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo, cuándo dejar de hacerlo y si hacerlo completamente o no; queremos decidir por nuestra cuenta cómo utilizar nuestro tiempo; queremos ser quien determine nuestras acciones en lugar de tener a alguna otra persona o límite ambiental que nos
obligue a tomar un curso de acción en particular; queremos que nuestra conducta esté relacionada, más que divorciada, con nuestros intereses, preferencias, anhelos y deseos; y queremos que nuestro comportamiento surja y exprese nuestras preferencias y deseos.

También ansiamos la libertad para establecer nuestras propias metas, la libertad para decidir qué es importante y qué merece dedicarle nuestro tiempo.

 En otras palabras, necesitamos autonomía.
La autonomía es la necesidad psicológica de experimentar una autodeterminación y ratificación personal en el inicio y regulación de la propia conducta.

 La conducta es autónoma (o autodeterminada) cuando nuestros intereses, preferencias y anhelos guían nuestro proceso de toma de decisión de participar o no en una actividad particular. No existe esta autodeterminación (es decir, nuestras conductas están determinadas por otros) cuando alguna fuerza exterior nos quita nuestro sentido de elección y, en lugar de esto, nos presiona a pensar, sentir o comportarnos de maneras específicas.

Hay tres cualidades experienciales que trabajan en conjunto para definir la experiencia subjetiva de autonomía:

un locus percibido de causalidad interno, volición y elección percibida.


El locus percibido de causalidad


 (PLOC, por sus siglas en inglés) se refiere a la comprensión del individuo de la fuente causal de sus acciones motivadas.

El PLOC existe dentro de un continuo bipolar que va de lo interno a lo externo.

Este continuo refleja la percepción del individuo en cuanto a que su conducta se inicia a partir de una fuente interna (PLOC interno) o de una fuente ambiental (PLOC externo).

Por ejemplo, ¿por qué leer un libro? Si la razón por la que usted lo lee es algún agente motivacional dentro del que surge de usted mismo (interés, valor), entonces lo está leyendo a causa de un PLOC interno.
Sin embargo, si la razón por la que lo lee es algún agente motivacional dentro del ambiente (una prueba inminente, el jefe), entonces lo está leyendo a causa de un PLOC externo. Algunos prefieren utilizar los términos “originadores” y “peones” para comunicar la diferencia entre una persona cuya conducta emana de un PLOC interno frente a uno externo.

 Los originadores originan su propia conducta intencional. Los peones, una metáfora tomada del juego de ajedrez, capturan la experiencia que sentimos cuando las personas poderosas nos gobiernan,
de manera muy similar en la que los jefes mandan a sus trabajadores, los sargentos ordenan a los soldados y los padres obligan a sus hijos a comportarse.

La volición :


es una disposición libre a participar en una actividad .

 Se centra en la manera en que se sienten las personas libres, en comparación con las coaccionadas, cuando están haciendo lo que quieren (p. ej., jugar, estudiar, hablar), así como la manera en que se sienten las personas libres, y no coaccionadas, cuando evitan lo que no quieren hacer (p. ej.,
no fumar, no comer, no disculparse).

La volición es alta cuando la persona participa en una actividad y se siente en libertad y siente que sus acciones están plenamente ratificadas por el sí mismos; en esencia, está diciendo, “quiero hacer esto libremente”.
 Lo contrario a la volición y a sentirse libre es sentirse presionado y coaccionado a actuar. Además de sentirse presionados por el ambiente, en ocasiones las personas crean dentro de sí mismas una motivación energizada por la presión para obligarse a actuar; en esencia, dicen “tengo que hacer esto”.


La elección percibida :


se refiere a la sensación de opción que experimentamos cuando nos encontramos en ambientes que nos ofrecen una flexibilidad en la toma de decisiones que nos otorga muchas oportunidades entre las cuales elegir. Lo contrario a la elección percibida es la sensación de obligación que experimentamos cuando nos encontramos en ambientes que de manera rígida e inflexible nos empujan hacia un curso de acción prescrito.


Por ejemplo, cuando a los niños se les ofrecen opciones en su trabajo escolar , cuando a los residentes de una casa de reposo se les da el poder de decisión en la organización de sus actividades cotidianas  y cuando los pacientes se comunican con médicos flexibles (no autoritarios), los niños, residentes y pacientes sienten que su conducta surge a partir de un sentido de elección.



 Ryan, R. M., y Deci, E. L. (2000). Self-determination theory and
the facilitation of intrinsic motivation, social development,
and well-being. American Psychologist, 55, 68-78.

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