Uno de los principales conceptos de la Teoría Cognitiva Psicosocial es que cada individuo es responsable de sus propias acciones y puede aprender a regular y a mejorar su conducta utilizando las habilidades del pensamiento.
En esta perspectiva socio-cognitiva los individuos son vistos como proactivos y autorreguladores de su conducta mas que como seres reactivos y controlados por fuerzas ambientales o biológicas.
Los seres humanos pueden producir cambios en ellos mismos y en las situaciones que les rodean a través de su propio esfuerzo, es decir que tienen la posibilidad de ejercer un determinado grado de control sobre su destino.
Bandura no considera que el ser humano esté gobernado por fuerzas internas (determinismo personal), ni por estímulos externos (determinismo ambiental), sino que la conducta, los factores ambientales y los personales actúan entre sí como determinantes interactivos..
Para la teoría cognitiva psicosocial uno de los aspectos más importantes del funcionamiento psicológico y social de la persona es el pensamiento autorreferente Bandura (1999), estos pensamientos que
el ser humano realiza de sí mismo son determinantes para su motivación y su forma de actuar.
El pensamiento autorreferente o autoconocimiento actúa como intermediario entre el conocimiento y la acción. El ser humano tiene capacidad para reflexionar sobre sus propias experiencias y sobre sus
conocimientos, para poder llegar a alcanzar un conocimiento genérico sobre sí mismo y sobre el mundo que le rodea, pudiendo evaluar y modificar sus pensamientos.
Es decir que, puede llegar a percibir sus ideas, actuar sobre éstas, e incluso juzgar si son
adecuadas o no a partir de los resultados obtenidos.
Entre los distintos aspectos del autoconocimiento o pensamiento autorreferente, la opinión que el propio ser humano tenga de su eficacia personal es el aspecto que más influye en su vida diaria, según Bandura, es decir, que el nivel de motivación, los estados afectivos y las acciones de las personas se basan más en las creencias personal mas que en la información objetiva, y como es lógico suponer, los distintos individuos procesan la información de diferente forma.
El concepto de autoeficacia percibida de Albert Bandura (1986) se centra en las creencias sobre la capacidad para organizar y ejecutar los cursos de acción requeridos para manejar situaciones futuras. Dichas creencias influyen en la conducta de las personas desde distintas perspectivas, por ejemplo: la cognitiva al seleccionar las metas, la motivacional al perseverar ante los obstáculos, la emocional al regular el nivel de activación, y la de selección de procesos al elegir conductas.
Las creencias de autoeficacia determinarán, en gran parte, no sólo la conducta a realizar por el individuo, sino también la cantidad de esfuerzo a emplear, el grado de perseverancia ante situaciones conflictivas, así como la actitud de estrés y ansiedad o, por el contrario, de seguridad, con las que se enfrenta el ser humano en la vida diaria.
Concepto de Autoeficacia
Bandura, define autoeficacia percibida como "los juicios de cada individuo sobre sus capacidades, en base a los cuales organizará y ejecutará sus actos, de modo que, le permitan alcanzar el rendimiento deseado". “Por lo tanto, el concepto no hace referencia a los recursos de que se disponga sino a la opinión que tenga sobre lo que puede hacer con ellos”. La autoeficacia o las percepciones de autoeficacia son juicios personales y por lo tanto tienen un componente de mayor o menor subjetividad, son creencias sobre nuestras propias capacidades, relacionadas con la experiencia de dominio personal y que afectan a la motivación y a la conducta."Un rendimiento adecuado requiere tanto de la existencia de habilidades como de la creencia por parte del sujeto de que dispone de la eficacia suficiente para utilizarlas", siendo en muchas ocasiones la falta de creencias de autoeficacia la que impide el rendimiento adecuado.
Las personas cuando creen con firmeza en sus propias capacidades para resolver situaciones de toma de decisiones complejas, se establecen retos, usan un buen pensamiento analítico Bandura y Wood (1989) y consiguen logros en la ejecución, mientras que cuando cuentan con un nivel de autoeficacia bajo cometen más errores, reducen sus aspiraciones y disminuyen la calidad de sus ejecuciones.
Bandura lo resume así: "es difícil lograr algo cuando se lucha contra las dudas en relación a uno mismo".
Las personas que fijan y alcanzan logros experimentan un incremento en la autoeficacia que puede facilitar la fijación de logros más difíciles cuya consecuencia permite aumentar de nuevo su autoeficacia, y así sucesivamente, es decir que la autoeficacia puede ser tanto una causa como una consecuencia de los resultados de ejecución.
Las creencias de autoeficacia son el resultado de un proceso complejo de auto-persuasión que depende del procesamiento cognitivo de la información procedente de las experiencias de éxito o dominio, la información vicaria, la persuasión verbal y el estado fisiológico.
Sin embargo habrá que diferenciar entre la información proporcionada por estas cuatro vías y la información realmente seleccionada, valorada e integrada por la persona. Para sentirse eficaz, es preciso haber tenido éxito antes y haberlo percibido así.
Bandura (1977, 1986, 1999) establece las diferencias existentes entre autoeficacia percibida y expectativas de resultados: autoeficacia percibida es la creencia de que uno es capaz de ejecutar con éxito un determinado comportamiento requerido para obtener unos resultados específicos a un determinado nivel de ejecución. Expectativa de resultados es la creencia de que un determinado comportamiento conducirá a unos determinados resultados, es decir que implica una valoración de las consecuencias subsecuentes a la conducta. Ahora bien, para Bandura (1986) no es posible separar los resultados obtenidos de los juicios valorativos sobre el propio rendimiento del cual depende. Así pues, la forma que tiene cada ser humano de comportarse determinará en gran medida los resultados obtenidos; por lo tanto, ambos pueden interactuar para determinar la conducta de manera que, aunque un sujeto puede apreciar que una determinada conducta lleva a un resultado concreto (disponiendo de alta expectativa de resultado), si este sujeto no dispone de la creencia sobre sus capacidades para realizar con éxito dicha tarea (baja expectativa de autoeficacia) posiblemente no realice la tarea o la realice de manera incorrecta Guzmán (1996). De ambos tipos de expectativas, Bandura (1986) otorga a las expectativas de eficacia un papel más importante en el pensamiento autorreferente, pues será la autoeficacia percibida la que determinará la iniciación de la conducta, el esfuerzo dedicado, el rendimiento actual y futuro y el patrón de reacciones emocionales.
La autoestima, el autoconcepto, o la autoconfianza no deben
confundirse con la autoeficacia percibida, ya que tienen un carácter global o
general, y sin embargo la autoeficacia está más vinculada a tareas y capacidades
específicas, además de considerar al sujeto como un aprendiz activo con capacidad
de transformación, desarrollo e iniciativa. Sin embargo, una percepción de
autoeficacia fuerte en una parcela concreta, puede generalizarse a otros contextos o
situaciones similares, y esta percepción de éxito que tiene el sujeto, puede llevar a
sentimientos positivos más generalizados acerca de si mismo. Lo ideal sería que esta
transferencia o generalización se produjera tras un análisis
objetivo y realista de las experiencias de éxito y de fracaso, tipo de situación, recursos, poniendo el
énfasis en la propia conducta más que en lo que no dependa de uno mismo, y es ahí
donde el Coaching se muestra eficaz.
Asi pues..
Las creencias de autoeficacia son los juicios que tienen las
personas sobre si van a llevar a cabo con éxito una determinada tarea a un
determinado nivel de ejecución.
Las personas que muestran altos niveles de autoeficacia
establecen metas y retos mas grandes o desafiantes manteniendo un nivel de compromiso
elevado, creen con firmeza en sus propias capacidades para solucionar
situaciones complejas y las enfocan con la seguridad de controlarlas, se sienten
estimulados por aquellos obstáculos que exigen un mayor esfuerzo, perciben la
actividad o tarea como accesible e ilusionante, usan un pensamiento positivo, y
realizan esfuerzos intensos y
perseverantes para lograr el objetivo .
Estas personas se
resisten al fracaso, no centran la atención en las amenazas ni insisten en los
pensamientos molestos sino que transforman cognitivamente las situaciones amenazantes en benignas.
También recuperan rápidamente la sensación de eficacia ante
cualquier fracaso atribuyéndolo a la insuficiencia de esfuerzo y no a una falta de habilidad.
Además adecuan mejor su nivel de activación, muestran mayor satisfacción, logran
mejores resultados y en definitiva una mayor productividad personal.
Las creencias de autoeficacia son el producto de un proceso
complejo de auto-persuasión que depende del procesamiento cognitivo de las siguientes
fuentes de información: logros de ejecución, información vicaria, persuasión verbal y estado fisiológico. Sin embargo habrá que diferenciar entre la
información proporcionada por estas cuatro vías y la información realmente seleccionada,
valorada e integrada por el sujeto en juicios de autoeficacia.
Puede ocurrir que, aun
consiguiendo un alto nivel de ejecución, y siendo óptima la persuasión social, la
información vicaria y el estado fisiológico, no se mejore la autoeficacia percibida, pues el
sujeto simplemente, no lo perciba así.
Es ahí donde la actuación del coach será
determinante para una adecuada percepción, pudiendo ayudar a su cliente a
identificar patrones de pensamiento limitantes o destructivos y a sustituir los
mismos, por otros mas constructivos, productivos y altamente funcionales.
Promover las altas creencias de autoeficacia mediante el
establecimiento de objetivos acertados y un adecuado procesamiento de la
información procedente de sus cuatro fuentes de información, resulta muy útil para
conseguir lograr ese punto optimo de percepción subjetiva de la propia competencia, que
hará que, a igual capacidad real entre dos sujetos, obtenga mejores resultados
el que se juzga capaz.
Ese punto ligeramente por encima de la capacidad o habilidad real es el que hace que uno se atreva a pensar en grandes metas, pero al mismo
tiempo, le aleje de la tan perjudicial falsa confianza.
La percepción de autoeficacia influyendo básicamente, sobre
el nivel de compromiso y perseverancia ante los obstáculos, el nivel de
estrés percibido, y la determinación para la acción, hace más factible el logro de
grandes metas.
Los éxitos conseguidos y la atribución de los mismos a la propia
conducta incrementan de nuevo la percepción de autoeficacia, facilitando la fijación de
objetivos de mayor envergadura. Las creencias de autoeficacia son tanto una
causa como una consecuencia de los éxitos o resultados de ejecución. El
Coaching, debe contribuir no solo a la adecuada percepción de los éxitos,
relacionándolos con conductas internas, específicas y controlables, sino también de los
fracasos, convirtiendo estos,
en experiencias de “fracaso controlado”, que son aquellas en
las que se percibe un control razonable de la situación, lo cual puede hacer
también factible el fortalecimiento de la autoeficacia.
Un coach debe tener muy en cuenta el proceso de
establecimiento de metas y la importancia de simultanear los objetivos de ejecución (las
acciones o conductas concretas), con los de resultados (ganar o perder), así como
algunas otras técnicas cognitivas para el control del pensamiento.
No cabe duda que
si se tiene la oportunidad de realizar una evaluación objetiva del rendimiento
basada en tareas y competencias en relación con los resultados, garantizaremos
una percepción de
autoeficacia más madura y consistente.
Aunque la Autoeficacia se va formando desde temprana edad,
es también una formación dinámica, donde el Coach puede y debe intervenir,
evidentemente sin pretender que un proceso de Coaching, por sus limitaciones
en cuanto a tiempo, pueda producir grandes cambios y duraderos, lo cual solo
llegará cuando el sujeto los internalice.
Un coach, para reforzar esta percepción,
dispone de la información procedente de las cuatro fuentes de información de la
autoeficacia, además del repertorio de habilidades y herramientas que, en función de
su experiencia y profesionalidad pueda conocer y manejar. El proceso de
establecimiento de Metas, el control de las cogniciones disfuncionales, el dialogo
interno, o el entrenamiento en Imágenes, son algunas de ellas.
Quizá algunas personas prefieran que les digan cuales
deberían ser sus metas, pero es esencial que ellas mismos acepten la responsabilidad
de sus actuaciones y contribuyan de forma especial al establecimientos de metas
individuales. Ampliando el nivel de conciencia de la persona no solo se dará cuenta por si
mismo de si practica o no la escucha activa, de si un grupo muscular presenta demasiada
tensión al hablar frente a un auditorio, o si en un momento dado, sus pensamientos están
siendo auto-limitantes, los beneficios de ampliar su nivel de conciencia
son múltiples para su desarrollo cognitivo y emocional. Las personas aumentan su
grado de control de la situación cuando reflexionan sobre su estado ideal de
ejecución, sobre las ejecuciones pasadas, sobre sus puntos fuertes y débiles, y a medida que
mejora el autocontrol las personas experimentan un sentido creciente de éxito.
Las creencias de autoeficacia son tanto una causa como una
consecuencia de los éxitos.
El Coaching es una herramienta para mirar hacia
dentro de uno mismo y ver algo más allá del éxito o del fracaso, del ganar o del
perder, es un método para objetivar lo subjetivado, para ampliar la autoconciencia, y
también ¿Porqué no?, para creer que..............
Marisa Rozalén Castillo. Profesora del MBA del Real Madrid.
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