viernes, 17 de octubre de 2014

¿Qué me pongo para correr?    

 

No hace falta que me animen mucho para irme de compras, así que tenía claro que para empezar a correr y estar más motivada tenía que verme bien en mallas y, por supuesto, debían ser negras, porque todas sabemos que adelgaza. Sé que no hay ningún estudio científico que lo pruebe, pero creo firmemente en que, si te ves bien en ropa de deporte,es más probable que te enganches al ejercicio. Estaréis conmigo en que a nadie le gusta verse fea, aunque sea para sudar la camiseta.  
 Después de invertir en las zapatillas, mi siguiente compra maestra fueron las famosas mallas y, una vez más, me equivoqué con la talla.
  
Hace cuatro años, os aseguro que la selección deportiva para chicas de muchas firmas cabía en un solo perchero. Mi primera compra fueron unas mallas largas talla M, porque me pareció que la S marcaba mucho. Nuevo error, con las puestas y los lavados dieron de sí y tenía que subirlas tan arriba que parecía Steve Urkle en versión runner: mallas casi a la altura del pecho y todo el día tirando de ellas porque se caían. Para completar el look, me compré una camiseta y un cortavientos. Aunque todavía era septiembre, pensaba que en octubre empezaría a soplar el viento. Al final, no lo estrené hasta noviembre. Pero, como siempre, mujer precavida vale por dos.
sprinters, rockies, skorts…       

¿Con qué correr?   

 Antes de las carreras el qué me pongo es el debate: ¿de corto o de largo?, ¿mallas o shorts? Parece una tontería, pero las opciones son muchas y no acertar con la ropa te puede amargar la carrera o el entrenamiento. Después de mucho probar yo ya tengo mis favoritos. En invierno, siempre corro con mallas largas, prefiero llevar toda la pierna cubierta y no me ando con medias tintas. Aunque tengo piratas (los que llegan hasta la altura de las rodillas), paso de los shorts en verano a «la puesta de largo» en invierno. Para mí no existe el entretiempo runner.   
Respecto a los pantalones cortos, hay dos tipos: los rockies (por Rocky Balboa), que son unos calzoncillos tipo boxer de chico, o las mallas cortas en todas sus versiones: desde los ciclistas, que te cubren medio muslo, hasta los sprinters, shorts o hotpants, que son lo más parecido a un culotte, y que me resultan muy cómodos en verano. Ahora, hay firmas que apuestan por las mallas de compresión. Es lo más parecido a una faja runner, pero con beneficios que van más allá de llevar prietas las carnes. Con la compresión, se evita la vibración de los músculos, se mejora la oxigenación de los tejidos y se reduce la fatiga muscular .

Pero, sin duda, una de mis prendas favoritas es la minifalda para correr. En inglés se conocen como skorts, mezcla de skirt (falda) y shorts (pantalones cortos). Son supercómodas, incluso para hacer un medio maratón. Por debajo llevas unos culottes que van cubiertos por una falda muy elástica. Así las «zonas problemáticas» no quedan a la vista y, además, son muy originales.

El fondo de armario de una corredora    

Después de las mallas y zapatillas, tu tercera compra maestra es un buen sujetador. Sí, aunque tengas muy poco pecho. Nunca corras con tu sujetador de diario, porque no ofrece la sujeción necesaria. Nuestros pechos no son biónicos y, con tanto impacto y gracias a la implacable fuerza de la gravedad, sufren en silencio. Piensa que cuando corres tu pecho puede llegar a desplazarse hasta 21 centímetros. Resultado: se descuelga de forma prematura y, aunque tengas poco, sigues necesitando algo de apoyo.  
 El pecho está formado por glándulas mamarias, tejido graso y conectivo. Los músculos pectorales se encuentran debajo y no aportan ningún tipo de sujeción, solo la que ofrecen los ligamentos que, además, son débiles por naturaleza. Por este motivo, los deportes con impacto, como correr o el aeróbic, pueden dañar el tejido conectivo del pecho, al distenderlo o incluso romperlo, lo que provoca hemorragias internas. Además, si se dañan los ligamentos de Cooper (los encargados de dar soporte a las mamas) es imposible repararlos.  
 Al ser una estructura pasiva, tampoco tienen capacidad de contracción como los músculos. La solución: un sujetador deportivo adecuado que fije bien el pecho durante el ejercicio y que, además, esté fabricado en un tejido transpirable. Otro truco: para correr elige siempre los denominados de alto impacto.    Hay dos tipos de sujetadores: los que yo llamo de camiseta —el clásico top que viene en talla desde XS a L (o de la 36 a la 42…)—, que sujetan el pecho al realizar cierta compresión (como si lo llevases vendado), y los que tienen copas, como los sujetadores clásicos, en los que cada pecho va en un «compartimento» separado. Si tienes mucho pecho, te recomiendo los segundos, porque te aportan más sujeción y los tirantes y el contorno suelen ser ajustables.    Personalmente prefiero los de tipo top, porque cruzan por la espalda ofreciendo así un extra de sujeción. Además, si tienen enganche metálico y tirantes extensibles, mejor; si no, hay veces que termino haciendo contorsionismo para poder quitármelos, sobre todo si estoy muy sudada.    ¿Cómo debes sentir el sujetador? Ajustado pero no demasiado apretado, el pecho no debe sobresalir y, respecto a las talla, os diré que, según la firma Women’Secret, el 70 por ciento de las mujeres la elegimos mal. 
  Así que saca la cinta métrica y vamos a echar cuentas, porque no es lo mismo el contorno que la copa. Hay firmas cuyo tallaje cubre sencillamente de la S a la L, pero otras tienen en cuenta tu contorno y tu copa. Os dejo el sistema de medición de dicha firma porque me parece muy útil. Primero, para averiguar tu copa, coloca la cinta métrica justo por encima de los pezones y mide todo el contorno. A continuación, coloca la cinta justo por debajo del pecho y mide de nuevo el contorno. Consulta el cuadro, haciendo coincidir la primera medida con la segunda. Por ejemplo, yo soy una 90 A y a veces una B (la letra es la copa y el número corresponde al contorno).

Estas medidas son orientativas y a veces no coinciden exactamente, por eso es importante que pruebes el sujetador, que compares varios modelos y elijas aquel que te ofrezca la mejor sujeción, pero sin comprometer tu comodidad. Además, te recomiendo que lo pruebes con la cinta del pulsómetro para ver cómo es el ajuste. Último consejo: cuantas menos costuras tengan, mejor, porque así disminuyes las probabilidades de que te termine rozando.  
 Lo que todavía no he podido solucionar es el tema de las llagas que me produce la caja del pulsómetro en el centro del pecho. Por alguna razón que desconozco, me roza (hasta provocarme llaga y herida). Y no importa si me aplico o no vaselina, me pasa siempre y con distintos modelos de sujetador. Así que muchas veces corro con tiritas o con un trozo de esparadrapo pegado al pecho, porque literalmente me desuella la piel. No a todas las corredoras les ocurre, pero he escuchado a muchas que se lamentan igual que yo, porque escuece y es incómodo. De hecho, en cuanto termino de correr lo primero que hago es quitarme la banda del pulsómetro porque no aguanto más. Si es tu caso, tras la carrera aplica aceite de rosa mosqueta o argán sobre la zona, porque ayudan a la regeneración de la piel y así no te quedará marca. En verano, si vas a la playa, sé generosa con la protección solar para evitar las temidas manchas. 
  Desde aquí espero que alguna firma escuche mis plegarias y diseñe un sujetador que permita llevar el pulsómetro sin que roce. Mis pechos les estarán eternamente agradecidos.


Cristina Mitre.


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