lunes, 27 de octubre de 2014

INGREDIENTES CLAVE PARA PARTICIPAR CON ÉXITO EN CARRERAS. Parte 2



Capacidad y resistencia anaeróbicas.

La capacidad anaeróbica es lo contrario de la capacidad aeróbica. Ahora nos ocupamos de tus límites para hacer ejercicio sin oxígeno. Te has acercado a tu capacidad anaeróbica cuando has tenido que reducir la velocidad súbitamente por la fatiga muscular. ¿No la has experimentado nunca? Ve a una pista, y comienza a correr tan deprisa como puedas. Cuando estés acabando la primera vuelta, sabrás lo que quieren decir los corredores de pista cuando dicen: «Menuda pájara he cogido». O «la tensión muscular me ha bloqueado (rigged up, en inglés)», como en el rigor mortis o «creí morir». 

La capacidad de resistencia anaeróbica es la capacidad para mantener una velocidad de carrera muy rápida incluso cuando se está agotado.
Esto me recuerda, dolorosamente, mis días de instituto como corredor de 800 m.
Puesto que correr rápido requiere energía anaeróbica, es importante estar tan bien preparado anaeróbicamente como sea posible. La capacidad del cuerpo para rendir sin suficiente oxígeno es limitada; pero, con entrenamiento, la capacidad anaeróbica y la resistencia anaeróbica pueden
mejorarse un tanto. Esprints cortos y rápidos a intervalos de entre 30 y 90 segundos entrenarán el sistema anaeróbico en dosis medidas, mejorando nuestra capacidad para protegernos de «la pájara». Esto le permite a nuestro cuerpo limitar el grado en que los músculos se vuelven acídicos, y produce agentes químicos que «aíslan» el ácido láctico que se acumula, incrementando levemente nuestra tolerancia a correr con deuda de oxígeno.

Estas carreras llevan los ritmos cardíacos hasta el 95-100 % del máximo, llegando hasta el 100-130 % de la capacidad aeróbica. (Se puede superar el 100 % durante cortos períodos de tiempo, debido a la contribución de la energía anaeróbica.)
Pero este tipo de entrenamiento es más importante para los esprínters y para los corredores de distancias cortas, como por ejemplo los corredores de 800 y 1.500 m, que para los corredores de distancias largas, desde 5 km hasta el maratón. Además, correr a esta velocidad impone una tremenda tensión en los músculos, lo cual incrementa el riesgo de lesiones. 
No destaco las sesiones específicas de entrenamiento para mejorar la capacidad anaeróbica. Para el corredor medio, es más importante entrenarse anaeróbicamente lo justo para mejorar el umbral del lactato.



Umbral del lactato. 


El umbral del lactato (UL), a veces llamado umbral anaeróbico u de fatiga, es el ritmo más allá del
cual comienzan a acumularse grandes cantidades de ácido láctico en la sangre con gran rapidez, y la eficacia muscular cae significativamente debido a la fatiga.
Tus músculos producen más lactato del que se puede eliminar. Este proceso va acompañado de una notable dificultad para respirar. No puedes hablar cómodamente con frases completas. A esto se le denomina «umbral de ventilación». La mayoría de la gente pone juntos todos estos efectos similares, y lo llaman UL, por tanto, yo también lo haré, a fin de simplificar las cosas. Sea cual sea el nombre que le demos, el entrenamiento para mejorarlo es de crítica importancia, ya que una vez se superan estos umbrales, la fatiga aparece con rapidez. El UL es la clave para la velocidad a la que podemos correr en largas distancias.

Una persona no entrenada puede llegar a su umbral ya a entre el 30 - 40 % de su capacidad aeróbica, un corredor con un nivel de forma medio puede alcanzarlo cuando llega 50 - 60 % y un corredor de
competición muy bien entrenado puede alcanzarlo en el 70 %. Para todos estos corredores hay espacio de sobras para mejorar su umbral y los tiempos de carrera. La intensidad del umbral de un corredor de competición bien entrenado es de entre el 80 y el 85 % de la capacidad aeróbica aproximadamente (para algunos corredores de elite hasta el 90 %).

No hay un límite aeróbico-anaeróbico definido, en el que se pase súbitamente de un tipo de sistema de energía al otro. En lugar de ello, hay una continuidad. Cuando se corre con fuerza, hace falta más energía anaeróbica, puesto que estás corriendo tan deprisa que no puedes aportar suficiente oxígeno con medios aeróbicos normales para alimentar los músculos que están trabajando.
Al entrar en deuda de oxígeno, se produce ácido láctico con mayor rapidez que la capacidad de eliminarlo. Cuanto más rápido corramos y más aumentemos nuestro ritmo cardíaco por encima de los límites del alcance del entrenamiento, mayor será la deuda de oxígeno en la que incurriremos, y más ácido láctico se producirá. Corriendo a un ritmo suave y medio, el ácido láctico que se produce es fácilmente arrastrado por la sangre antes de que pueda acumularse e interferir en el funcionamiento muscular. Sin embargo, cuando el ritmo se aproxima o supera un determinado nivel (tu umbral), los músculos producen más ácido láctico del que puede eliminar el cuerpo. Se acumula en los músculos, y nos obliga a reducir la velocidad. Para la mayoría de corredores, el UL es de entre el 85 y el 92 % del ritmo cardíaco máximo.

En cualquier carrera se corre algo en forma aeróbica y algo en forma anaeróbica.
Al correr 5 km y 10 km, se corre en el UL o ligeramente por encima de él, pero afortunadamente
no se debe correr mucho tiempo. El ritmo en el medio maratón es cercano a nuestro UL, y la intensidad del maratón está en su mayor parte ligeramente por debajo de él. Para estas carreras de
largas distancias, tener un UL alto es crítico para poder mantener un ritmo fuerte durante todo el encuentro.
El entrenamiento intenso de velocidad a ritmo superior al de carrera estimulará el sistema anaeróbico y mejorará nuestro umbral. No obstante, se puede elevar con mayor seguridad con velocidades menos intensas; esto permite un mayor volumen de trabajo. Los fisiólogos recomiendan entrenarse a la misma o a una velocidad ligeramente superior al del ritmo del UL para mejorarlo, permitiéndonos correr más rápido y una mayor distancia antes de que aparezca la fatiga, tanto si se trata de 5 km como de un maratón. El UL se halla aproximadamente en el ritmo que se lleva entre los 15 km y el medio maratón, o unos 20 segundos más despacio que el ritmo de los 10 km en la mayoría de los corredores entrenados. El entrenamiento de velocidad con este ritmo de umbral, especialmente corriendo de forma sostenida, nos ayudará a entrenarnos administrando este intenso ritmo. El entrenamiento con pesas también puede ser útil. Un estudio llevado a cabo en la universidad de Maryland, mostró un incremento del 12 % en el UL con un programa de entrenamiento de la fuerza

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Economía y forma de correr. 

La economía al correr es la eficacia con la que usamos el oxígeno cuando corremos a un ritmo determinado. Si tienes la misma capacidad aeróbica que otro corredor, pero eres dueño también de una superior economía al correr que te ha costado mucho conseguir, lo más probable es que derrotes a ese oponente en las carreras.
Esto se debe a que corres a un porcentaje inferior de tu capacidad aeróbica. He aquí las ventajas: te sentirás más cómodo manteniendo el mismo ritmo que el otro corredor menos eficaz, y con el mismo esfuerzo podrás correr a mayor velocidad.
Kilómetros y kilómetros corridos hacen de ti un corredor más eficiente. El mejor modo de agudizar nuestra economía al correr, según los investigadores, es corriendo con rapidez trechos cortos (a un ritmo superior al que se lleva en una carrera de 5 km) con intervalos de pista yrepeticiones de fuertes pendientes cuesta arriba. Estas sesiones de entrenamiento te ayudarán a aprender a minimizar la pérdida de impulso con una mala forma de correr, a movilizar las fibras de contracción rápida y a sentirte cómodo corriendo a velocidades rápidas. Como resultado, ahorrarás energía en las carreras.
Las investigaciones demuestran que la economía de un corredor puede ser buena en los llanos, pero no en las cuestas hacia arriba o hacia abajo. Practicar subidas y bajadas te hará más eficiente en esto también.
El entrenamiento con pesas mejora la fuerza de grupos musculares clave, con lo cual se requiere menos esfuerzo para correr.


Forma muscular. 


El desarrollo de la fuerza, la potencia y la capacidad de resistencia muscular mejora la economía al
correr, el umbral del lactato, la resistencia a la fatiga muscular y la velocidad, y minimiza
las lesiones. La forma muscular mejora en general con el entrenamiento de pesas, y más concretamente con carreras de entrenamiento de fuerza tales como entrenamiento por terreno accidentado e intervalos rápidos.



Fibras musculares de contracción rápida y de contracción lenta. 


Todas las fibras musculares tienden a ser de un tipo de entre un total de dos, que en realidad son un continuo más que dos fibras separadas.
Una cierta proporción de fibras de contracción rápida/fibras de contracción lenta la heredamos. Las fibras de contracción rápida (existe un tipo A, el más importante, y un tipo B) se contraen rápidamente y agotan muy pronto el glucógeno durante la realización de esprints rápidos.
Cuantas más fibras se tienen de este tipo, más deprisa se puede correr. Los velocistas de categoría mundial tienen un predominio de fibras de contracción rápida.
Si careces de velocidad en las piernas, se debe en gran medida en que naciste con un número insuficiente de ellas. Las fibras de contracción lenta, las de los corredores de elite de maratón, son la clave de la capacidad de resistencia aeróbica, puesto que con el entrenamiento estas fibras pueden trabajar durante largos períodos de tiempo sin cansarse. Si te falta capacidad de resistencia, se debe sobre todo a que no naciste con un número suficiente de estas fibras. Sin embargo, unos pocos corredores con predominio de fibras de contracción rápida han destacado en el maratón, y unos pocos corredores con predominio de fibras de contracción lenta han tenido éxito como velocistas. Pero, para la mayoría de las personas, las fibras musculares determinan en un grado importante lo rápido que se puede ser.
Para la población general, y para el corredor medio, las fibras de contracción lenta constituyen entre el 45 % y el 55 % del total. Los corredores de la categoría más alta, con aproximadamente un 70 % de fibras de contracción lenta y un 30 % de fibras de contracción rápida, suelen conseguir sus mejores resultados en los 5 km y los 10 km. La mayoría de los corredores de maratón de la categoría superior tienen un porcentaje más alto de fibras de contracción lenta: entre el 80 % y el 90 %. Lamentablemente, no podemos cambiar la proporción con la que nacimos, pero podemos mejorar las posibilidades de lo que hemos recibido hasta cierto punto con el entrenamiento.
El resultado es que puedes mejorar tu rendimiento.
La capacidad de resistencia de las fibras de contracción lenta mejora con carreras de entrenamiento de ritmo entre suave y moderado, especialmente con carreras largas, puesto que éstas son las fibras que son movilizadas con mayor frecuencia durante el entrenamiento de baja intensidad. Pero algunas de las fibras de contracción rápida son movilizadas también, y van entrando progresivamente en acción en número creciente a medida que las fibras de contracción lenta se fatigan.
Ésta es simultáneamente una buena y una mala noticia. En el lado positivo, correr largas distancias puede mejorar algo la capacidad de resistencia de las fibras de contracción rápida. Podrás correr despacio durante más tiempo. Esto es importante incluso para un corredor con predominio de fibras de contracción lenta. Y ofrece mayores esperanzas a aquellos corredores  con predominio de fibras de contracción rápida que tienen los músculos de un velocista, pero el corazón de un corredor de maratón. Si éste es tu caso, no te rindas.
Con un entrenamiento adecuado, todavía podrás experimentar el gozo de acabar un maratón. Pero llegarás detrás de todo un grupo de estos compañeros de fibras musculares de contracción lenta. Tus
mejores posibilidades de optimizar el rendimiento como corredor de fondo radica probablemente en distancias de 5 km y más cortas. Veamos ahora cuál es la mala noticia sobre los efectos de correr distancias largas sobre las fibras musculares de contracción rápida. Correr distancias demasiado largas, a una velocidad demasiado lenta, provoca una pérdida de eficacia de las fibras de contracción rápida con las que naciste. Correr despacio con demasiada frecuencia te hará más lento.
Por un lado, no destacarás en distancias largas si tienes demasiadas fibras musculares de contracción rápida porque tus músculos se fatigarán fácilmente. 
Por otro lado, necesitamos una cantidad suficiente de fibras musculares de contracción rápida para poder correr deprisa estas distancias, y para acelerar al final de las carreras. Lo ideal es que los corredores de fondo nazcan con un predominio de fibras de contracción lenta junto con una cantidad suficiente de fibras de contracción rápida a fin de que puedan correr deprisa en distancias largas.
 
Más buenas noticias. Tanto si tienes un porcentaje superior a la media del recuento de fibras musculares de contracción rápida, como si has nacido para ser un corredor lento en largas distancias, puedesconservar y mejorar un poco la eficacia de tus fibras musculares de contracción rápida y tu velocidad. Con el entrenamiento de la velocidad podrás correr más rápido, pero aun así no podrás superar a los velocistas.
Pero no podrán pasarte delante en un esprint si les has sacado un kilómetro y
medio de ventaja.
Algunas malas noticias finales. A cualquier edad, pero más para los corredores veteranos, las fibras musculares de contracción rápida se vuelven menos eficaces con la falta de uso. Úsalas o las perderás. Ésta es la razón por la que recomiendo al menos algún tipo de entrenamiento de velocidad a lo largo de todo el año.


Velocidad en el esprint. 

Las escapadas súbitas y explosivas de velocidad, tanto si se producen a mitad de la carrera como al final de la misma, dependen de la energía anaeróbica, del porcentaje de fibras musculares de contracción rápida, de la fuerza y la potencia muscular, y de la forma coordinada de correr. Aunque la herencia determina si puedes ser realmente rápido o no, todo el mundo puede mejorar su velocidad con un entrenamiento específico de la velocidad.
 

Flexibilidad. 

Las mejoras de la flexibilidad minimizan las lesiones y contribuyen a que las zancadas sean más suaves y largas.

Prevención de las lesiones y de las enfermedades. 

Quizá lo que más facilita la mejora de los corredores es conseguir evitar las lesiones durante el tiempo suficiente para mantener un entrenamiento consistente. Correr mejora la inmunidad a las lesiones, pero el entrenamiento excesivo la reduce.


Combustible e hidratación. 


Después de estar corriendo entre 60 y 90 minutos, se empiezan a agotar las reservas de glucógeno (los hidratos de carbono almacenados en los músculos que tienen una importancia
crítica para las carreras de distancias largas).
Aprovisionarse bien de hidratos de carbono antes y durante la carrera, junto con largas carreras de entrenamiento, ayuda a evitar «chocar con el muro» cuando se agota el glucógeno. La falta de combustible antes de correr puede producir fatiga  mental. La deshidratación no sólo limita el rendimiento, sino que puede poner la vida en peligro.

Peso corporal.


 Los corredores necesitan un chasis ligero y un motor fuerte para conseguir un rendimiento óptimo. Pero se necesita un peso y una masa corporal suficientes para estar sano.

Edad. 

Con la edad, nos volvemos más lentos, y hemos de aceptar este hecho. No obstante, es posible minimizar mucho este proceso mediante un entrenamiento apropiado.

Adaptación a la meteorología. 


Calor, humedad, frío, viento, y otros. La madre naturaleza presenta obstáculos al rendimiento.

Forma mental. 

Si quieres alcanzar todo tu potencial, debes entrenar tanto la mente como el cuerpo.

Estrategia. 

Tanto si corres contra ti mismo, contrarreloj o contra competidores, para tener éxito en una carrera hace falta tener preparado un buen plan de acción.


Objetivos y motivación. 

Para tener éxito, necesitas unos objetivos difíciles aunque realistas y la motivación para entrenarse a fin de alcanzar tales objetivos.

Herencia. 


Para ser un gran corredor, hace falta elegir los padres adecuados. Esto no quiere decir necesariamente que si tus padres eran unos grandes o unos malos corredores, a ti te ocurra lo mismo. Pero si tu padre o tu madre, o ambos, tenían dotes atléticas, tus posibilidades de ser un atleta se incrementan. Un padre o unos padres no atléticos pueden tener la capacidad genética de ser buenos atletas, pero no sacar nunca ningún provecho de ello. Al propio tiempo, también es preciso que heredes los genes adecuados para tu deporte. La altura, el peso y las habilidades necesarias para el baloncesto o el fútbol americano, no tienen gran valor en las carreras de competición.
 
El tipo corporal afecta al peso, y por tanto el rendimiento. Si te han pasado genes para ser alto, con huesos grandes, o para tener un tipo corporal «bien acolchado», pesarás demasiado para destacar en
las carreras. Podrás correr bien para tu peso, y usar el correr para controlarlo, pero tu capacidad se ve limitada por tus genes.

Algunos somos fuertes por naturaleza, y otros mucho más débiles; algunos nacen para ser rápidos, y otros para ser mucho más lentos. Tu maquinaria cardiorrespiratoria también se hereda. La capacidad para hacer ejercicio aeróbicamente y anaeróbicamente se ve afectada en gran medida por la genética. Afortunadamente, todos nosotros podemos mejorar en estas áreas con un entrenamiento adecuado. Ciertos rasgos y debilidades biomecánicas que pueden limitar el rendimiento también se heredan.

Ejemplos: una pierna más larga que la otra, arcos débiles y la tendencia a la pronación
excesiva.
Son pocos los que nacen para ser por naturaleza corredores de elite. Puedes conseguir rendimientos –a pesar de las imperfecciones genéticas– que te satisfagan y que asombren a tus competidores. Aunque la genética es importante, lo que hagas con el talento que te ha sido dado puede ser
aún más importante. Yo supero corriendo a muchos corredores mejor dotados por la naturaleza, y tú también puedes hacerlo. ¿Cómo? Con un entrenamiento superior, tanto físico como mental.


Fuente: Bob Glover. Road Runner Club Of American.


















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